Después de varios días sin poder escribir por falta de conexión aquí estoy nuevamente, y por ahora, contando alguna historia.
Como siempre,
Viajar en Semana Santa no es la mejor recomendación pero
menos ir a un lugar turístico. Antigua Guatemala es un ejemplo. Miles y miles
de personas de diferentes países visitaron esa ciudad durante la fiesta
religiosa pasada.
El motivo: ver las distintas procesiones que por allí
circulaban a diferentes horas del día. Decenas de creyentes desfilaban por las
distintas calles de esta ciudad chapina. Muchos de ellos vistiendo amplios
atuendos negros; otros, violetas. Al son de una comparsa musical paseaban el cajón
de Jesús.
Turistas, curiosos, gente local, extranjeros, gringos,
latinos, asiáticos, europeos y quien escribe sacaban fotos y videos grabando el
evento religioso más importante del año. El día caluroso acompañaba a la
celebración.
Procesiones por doquier. |
Pero no sólo las procesiones acaparaban el centro de
atención. Las famosas alfombras hacían lo suyo y mucho más. Esta costumbre antiguense,
si es correcto el término, se perpetúa a lo largo de los años y cada vez reúne a
cientos y cientos de personas que no quieren perdérselo.
Hechas de flores, decoradas con papel, con ladrillo, con
cemento, con porcelana, y con los más variados diseños, colores y tamaños, este
hábito acapara la atención de la gente visitante y congrega a los locales.
Si hablo de costumbres locales no tendría que quejarme. Aunque siempre espero otra cosa, algo distinto, no se bien que pero distinto a lo que es en realidad. Nunca un lugar al que llego con más ansias que otro es igual a como lo imaginé. Y ahora trato de no generarme expectativas porque no sirven, sólo para decepcionarte.
Pero esto no queda ahí solamente. Al lugar fui porque tenía una persona de couchsurfing, me imagino que ya la conocen, que me iba a hospedar.
Atuendos... |
Alfombras floreadas, redondas y naturales. |
Pero esto no queda ahí solamente. Al lugar fui porque tenía una persona de couchsurfing, me imagino que ya la conocen, que me iba a hospedar.
Al llegar a la ciudad fue muy caótico. Un viaje que demora
usualmente 45 minutos tardó dos horas. No sólo eso sino que el bus, o camioneta
como llaman acá, me dejó en la entrada de la ciudad. Una vez allá tuve que
caminar unas 10 cuadras al centro y cuando pregunté donde quedaba la Plazuela
de Jocotenango me dijeron que quedaba como a unos dos kilómetros.
Al principio me pareció que exageraban, como lo habían hecho
en otras oportunidades, pregunté nuevamente y me dijeron lo mismo. Me decidí
por tomar un bus. No había ninguno que me llevara hasta allá. Pregunté por un
tuk tuk, motoneta que circulan en todo momento pero cobran más que un bus, y me
querían cobrar 30 quetzales, unos 4 dólares, 20 más que lo normal. Me pareció
un abuso y seguí caminando un poco decepcionada.
Decidí hacer dedo en la ciudad. Al cabo de unos 10 minutos
de estar allá, paró una chica que no iba a ese lugar pero me dijo que igual me
llevaría. Le di las gracias y nos pusimos a hablar de donde éramos. Le dije la
dirección del lugar. No la conocía.
Llegamos al supuesto lugar donde tendría que ser y no había nada. Busqué la dirección una y otra vez. Esta persona me había dicho que era una panquequería, el similar de acá, golpeé por un rato y no salió nadie. Vuelvo al auto y le comento a la chica. Le digo el nombre de la persona. Lo buscó en Facebook y me dijo que no le gustaba nada. Que lo había visto en una fiesta y drogado. No le presté mucha atención pero si noté una señal, a la cual no hice caso.
Le digo a la chica que si tenía que hacer me dejara en algún
lugar. Me llevó de nuevo al centro de la ciudad. Allá estaba aturdida en medio
de tanta gente y sin lugar. Fui a un restaurante. No había wifi. Necesitaba comunicarme
con esta persona. Voy a otro lugar, pido un café y al cabo de un rato puedo
agarrar wifi. Esta persona me había dejado el teléfono. Lo llamo y le digo lo
que pasó. Me dice que vaya, le dije que me querían cobrar demás y que estaba
con poca plata. Al cabo de una hora casi me va a buscar al estadio, unas 7
cuadras de donde estaba.
Llego a la casa y todos estaban cerveza. No eran las 4 de la
tarde. No me gustó demasiado el ambiente de entrada. Tampoco parecían amistosos
sus compañeros de piso. Voy a la habitación y me preparo el mate. Al cabo de un
rato veo que seguían bebiendo y que ya no estaban del todo sobrios.
No hago caso y vuelvo a la habitación. El me pregunto si voy
a salir con ellos a la noche. Le digo que no porque no quería volver demasiado
tarde y no había otra llave. Salí un rato para ver lo que había en la ciudad y
volví temprano. Al otro día hago lo mismo, cuando vuelvo un compañero de él a
quien no conocía de nada me dice que tengo que cambiarme de habitación porque
venía más gente y que vaya a beber con ellos.
Le dije que no quería tomar. Se puso molesto y me volvió a
decir que vaya. Le dije lo mismo. Estaba borracho y me habló de mala manera. Al
cabo de un rato el “couch” me dice lo mismo. Le dije que no me gustó como me lo
había planteado. El no sólo lo defendió sino que me dijo lo mismo. Salgo de la
habitación y este mal tipo me empieza a insultar y hablar fuerte. Me dijo
barbaridades y en mal tono.
Había un gringo quien vio y escuchó todo pero no dijo nada. Me dijo que podía ir a su casa. Ahí no quería estar más. Preparé mis
cosas y me fui con las mochilas pesadas en moto y tarde. Esperé en un bar lleno
de gente hasta el punto que no me pude sentar y después me vino a buscar con la
novia.
Hasta el momento había tenido una realmente mala experiencia
con esta página web. Pero esta es la segunda. Esta gente no tendría que alojar
ni estar registrada. Le puse una referencia negativa e inmediatamente también.
Experiencias malas también dejan enseñanza. Aunque no siempre se pueden entender, al final siempre nos dan una respuesta.
Experiencias malas también dejan enseñanza. Aunque no siempre se pueden entender, al final siempre nos dan una respuesta.
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