Lo último

Archivo PDF

El engaño del voluntariado


Muchas veces pensamos de qué manera podemos sustentarnos mientras viajamos, qué podemos hacer, cómo podemos ganar algo de plata para después seguir con el camino. Para todo ello existen varias opciones. Una de ella es la del voluntariado. 

Para quienes no saben, esto significa trabajar, realizar alguna tarea a cambio de algo. Lo más normal es canjear unas horas de tu tiempo, que pueden ser de 3 a 8 horas dependiendo el lugar, por alojamiento y, en algunos casos, comida.

¿Por qué hablo de esta forma de "trabajo"  en la que no se gana dinero? Básicamente porque no lo recomiendo y te explico por qué.

- Cuando viajás necesitás tiempo, dedicación, espacio para conocer un lugar, la gente, la cultura, el entorno, el ambiente, los olores, sabores de un determinado sitio. Si trabajás 8 horas, que puede ser realmente una jornada en un hostel, no te queda tiempo para realizar esto ni tampoco ganas.

-La mayoría de la gente con la que me he cruzado, que han estudiado una carrera universitaria, tienen un determinado nivel de educación, lo que significa, como también es mi caso, que han invertido una cantidad de años para realizar dicha carrera, sumando el dinero, la dedicación y demás. El hacer una tarea, como puede ser limpieza en un determinado lugar, atención en un hostel, pintura, mantenimiento de alguna instalación, entre otras,  implica desvalorizar todo lo estudiado y/o aprehendido. Esto no significa que no puedas aprender otra cosa, pero siempre y cuando sea de tu elección y de tu gusto, no por imposición o predeterminación como sucede en la mayoría de los lugares.

Además de trabajar y dedicar tu tiempo, en algunos lugares también tenés que pagar por hacer un voluntariado. Si, es ilógico y hasta abusivo pero esa es la realidad. Hoy voy a poner un claro ejemplo de esto que estoy mencionando.  Es un lugar llamado Inanitah y está ubicado en la isla de Ometepe, en el sur de Nicaragua.

No es tan fácil acceder a este lugar. Hay que caminar alrededor de 20 o 25 minutos una vez que el bus te deja en Santo Domingo, una de los poblados más cercanos, por un sendero bastante sinuoso y con subida, arbustos y piedras.

Lo primero que se ve cuando se arriba al sitio es pasto y más pasto. También arboles y varias casitas, cada una de ellas tiene su función: la cocina, la casa de los dueños ( un alemán y una estadounidense), oficina y dormitorios.

Ahora bien el funcionamiento es el siguiente: podés ser voluntario, por 3 horas al día, y pagás 450 dólares mensuales. Sí, lo que lees. Esto incluye la comida, 3 veces al día, y es toda vegetariana y siempre la misma. Te dan yoga a la tarde y meditación ( a las 5:30 am).Las tareas pueden ser: limpieza, ayuda en la cocina y jardín. 

También podés elegir ser "colaborador", en este caso vas a tener que trabajar 30 horas a la semana y pagar la suma de 275 dólares mensuales. Las tareas son las mismas que las del voluntario pero con la diferencia que son 6 horas al día en lugar de 3.

El sistema que tienen  está literalmente militarizado. Tiene una concha ( o campana) que la hacen sonar cada vez que hay una actividad, o cena, o desayuno o almuerzo. En el desayuno no se puede hablar y todas las mañanas y todas las semanas hay reuniones obligatorias.

El desayuno es a las 7 y 30 ,el almuerzo a las 12 y 30 y la cena a las 18 horas. Si no llegás a esas horas, perdiste tu posibilidad de comer. Tampoco podés cocinar la comida que quieras.

Más allá de todo esto, no tenés un lugar concreto donde dormir. Es decir, pagás para dormir en una carpa, si es que tenés, sino vas a tener que pagar unos 6 o 12 dólares más por día, dependiendo la casita, que no tiene ventana ni puerta, ni luz. La gente anda desnuda en su lugar de relax que es donde ven el atardecer y tocan algún instrumento en alguna que otra caída del sol. Los baños son orgánicos, es decir, no usan agua  sino tierra o semillas.

Aparte de todo, tenés que pagar por los cursos que se hacen de vez en cuando. Por tantra, que son 3 semanas, se paga 1000 dólares. Por shamanismo algo similar. 

Lugares como este sitio hay muchos. Lo conocí y no estoy de acuerdo con su política ni con su funcionamiento. Mencioné este sitio porque es donde estuve. No debieran existir o al menos no pagando por trabajar. Lo raro de todo, además, es que hay gente que comparte esta filosofía. Se adapta a la normativa y trabaja,  paga, se militariza y se estructura a su sistema vertical y dictatorial.

Siempre es necesario probar, aunque sea una vez, para saber donde no volverías más.










La comodidad de estar en casa versus la incomodidad de viajar


No duermo todos los días en la misma cama,ni en el mismo colchón y menos aún con la misma almohada. Desde hace unos meses, más precisamente siete  meses y medio, no paro más de una semana o diez días en un lugar. La vertiginosidad del viaje y las ansias y ganas de seguir viajando hacen que no me detenga por mucho tiempo.

De todos modos  el viaje me está haciendo replantear otras cuestiones más profesionales, como por ejemplo cómo voy a sustentarme de acá en adelante o qué voy a hacer. La cabeza no para de dar de vueltas y no es tan fácil encontrar respuestas concretas y aplicables ahora misma con resultado productivo.

Siento que necesito hacer algo más. Algo por mí. Algo por alguien. Pero como los humanos, como yo, no nos/ me conformamos/mo con nada, no es tarea sencilla el hacer y ver enseguida los frutos.

Pero volviendo al tener versus el no tener, y sobre todo en el viaje, no tengo la comodidad de un hogar donde pueda regresar todos los días, sentarme a ver televisión, tomar mate, cenar y luego acostarme en una cómoda cama pero tengo la posibilidad de cambiar cada pocos días de lugar.

A muchos esto les parecerá loco y hasta desorbitante, o más bien cansador, esto no lo voy a negar, pero nunca me aburro de donde vivo temporalmente por una lógica razón. A mí no me gusta ni me gustó estar siempre en el mismo lugar por años. Ver siempre lo mismo, hacer siempre lo mismo, la rutina me enloquece, me aburre, me aprisiona, me encadena, no me deja respirar. No me gusta.

Tengo libertad para decidir dónde voy y dónde no, con quien estoy y con quien no, qué voy a hacer y qué no. También se que la libertad implica mucha responsabilidad y esa es la parte que  no me gusta. No me gusta no porque no sea responsable, sino porque significa que si me equivoco pago las consecuencias, si pierdo o derrocho el tiempo también, aunque eso siempre es inevitable.

 En realidad siempre hay consecuencias en cada decisión. Pero siempre vale la pena arriesgarse. No me gusta la gente que no arriesga por miedo a perder y no se dan cuenta que pierdan más por no arriesgar.

A pesar de que mis padres no estaban de acuerdo totalmente con este viaje, finalmente aceptaron, o quiero creer, que es algo que necesitaba hacer y que no lo podía dejar pasar esta vez ( como en otras ocasiones).

Tengo que agradecerles el haberme dado la libertad o la independencia para poder manejarme sola desde muy pequeña, ya desde la secundaria. Eso forjó mi espíritu aventurero y luchador.




Si a todos nos dieron alas para volar y elegir donde queremos estar.¿Por qué entonces permanecer en un lugar donde no queremos estar? ¿Por qué atarnos y esclavilizarnos a un trabajo que no nos gusta por miedo a perder esa "estabilidad"?
¿ Por qué no usar las alas? ¿ Por qué no preguntarnos que queremos y hacerlo, si es que lo sabemos? ¿Y si no lo sabemos por qué no intentamos descubrirlo?



Anoche ví la película "Alma salvaje" con Reese Witherspoon y realmente me sentí muy identificada en algunas escenas. Me gustó mucho y después me quedé pensando. No voy a contar la trama porque la tienen que ver ( y además tampoco me gustaría que me la contaron sino la ví, así que no hago lo que no me gusta que me hagan) pero me llegó mucho. Me gustan las películas que son reales, o al menos te crees la historia, y además te hacen pensar. Al terminar de verla, después de dos horas, dije: "¿ Y después de este viaje qué sigue?" Tengo muchas ideas pero aún estoy tratando de encontrar la respuesta.







"Silvina, ¿Qué buscas?"


Eso me preguntaron hace unos días cuando estaba haciendo raid, o dedo. Era un señor de unos 46 años y su hija de 16. Ambos iban a Managua, la capital de Nicaragua, y salieron de La Concepción, donde yo también estaba.


Una de las rutas por donde anduve

En ese momento me quedé pensando y no podía responder porque en realidad busco tantas cosas que no me alcanzaba el tiempo que tenía para responderle. Esta pregunta me la tendría que volver a realizar hoy porque creo que la respuesta, a esta altura, es otra.

En ese país me ha pasado de todo, malo y  bueno pero creo que gana más lo malo: me robaron en un hostel, me agarró infección fuerte,  me robaron tres maleantes y atacaron y me volví a enfermar.

Después de todo esto vivido, sobre  todo la experiencia horrible del robo, creo que lo que busco ahora mismo es estar bien y tranquilidad, no importa donde. Esto no significa  que antes no lo buscara sino que no  valoraba cuando estaba bien, sino es cuando  estoy mal.

Pero creo que muchas cosas no han cambiado en lo que llevo de este viaje. A nivel más personal busco plenitud, abundancia, conocimiento propio; a nivel del viaje, busco conocimiento de lugar, cultura, experiencias, olores y sabores; anécdotas, historias, comidas, aromas, sentimientos.

También se que no busco. Ya no quiero ponerme en peligro, aunque eso nunca lo sabés, después de lo que me pasó, robo horrible,  no está bueno vivir una situación similar. Ahora tampoco estoy en el país más seguro del mundo.

También considero que es necesario estar en un lugar, ser protagonista y no espectador,para saber cómo es la realidad de ese país,de ese lugar. La gente tiene la costumbre de hablar antes de estar. Prefiero experimentarlo por cuenta propia y poder decir y hablar por mi experiencia. Por eso busco descubrir cosas nuevas.



No soy ilusa. No creo que la felicidad se encuentra en un destino o en un lugar. Eso nace de adentro pero también es el camino la que la forja.El caminar, andar, hacer, deshacer, decidir, equivocarse, tomar riesgos es lo que nos lleva a que algo finalmente pase. No estar estáticos ni ver la vida pasar. Eso no quiero.




 Creo que el buscar es algo eterno en mí. No creo que en algún momento deje  de buscar. Soy curiosa por naturaleza y me gusta serlo. Me lleva a ir por caminos que nadie recorre o le interesa. Aprecio otras cosas que quizás la gente no ve y no me intereso por todo lo que a la mayoría sí.





No busco estar acompañada para no sentirme sola. Me llevo muy bien conmigo misma y no quiero dejar de hacerlo por estar con alguien que no vale la pena o con quien no esté bien. Viajar te permite también ver cosas tuyas que, quizás, en otras circunstancias no las has visto. Te permite también tomar decisiones que tienen que ser tomadas en ese momento. Todo el tiempo tomamos decisiones, aún cuando no decidimos.

No busco algo en especial o puntual. Busco, o quizás tampoco, sorprenderme. Poder decir valió la pena hacer este viaje. Aunque tampoco espero que me pase algo excepcionalmente bueno. El viajar sola ya es en sí mismo todo un desafío.


Momentos oscuros del viaje





A lo largo de estos meses me han sucedido muchas cosas buenas y otras malas y muy malas. Hace dos días, sin ir más lejos, me pasó algo bastante feo y pasé un momento horrible del cual nunca me olvidaré.

 Subía el cerro Apante, que me había recomendado la persona donde estaba hospedada, en un pueblo de Nicaragua llamado Matagalpa ( ya el nombre no indica nada bueno), cuando veo a tres tipos que venían bajando y me miraban. Seguí. A mí no me habían gustado para nada y en ese momento agradecí que no me robaran. Pero eso sólo fue una ilusión.

Seguí subiendo y me cruzo una pareja de gente grande que me dice que no suba sola y que es peligroso. No me preocupó mucho porque siempre me dicen lo mismo en cualquier parte donde voy y hasta hoy no me había pasado nada. Así que descanso un rato en una piedra y sigo.

Al cabo de un rato me cruzo unos gringos a los que les pregunto si falta mucho para llegar a la cruz, que es el lugar final del recorrido, y me dicen que una media hora o menos. Les pido que me saquen una foto y sigo.Hasta ese momento todo bien. Me había olvidado de los que había cruzado antes y no había peligro a la vista.

Sigo un rato más, ya cansada y deseando llegar. Era un camino de piedras, con muchos árboles y sobre todo cuesta arriba todo el tiempo. Fue muy cansador. Se abren dos caminos, no se cual tomar, (me ha pasado muchas veces y no sólo literalmente). Llego a otro punto donde había un tipo jóven y le pregunto. Me dijo, de mala gana, que era derecho. Después de haber preguntado sentí algo feo, cierta desconfianza,algo raro pero feo.

Subo un poco más y acá viene la parte horrible que tuve que contar  tres veces a los policías lentos y poco serios de este país.

A unos pocos metros diviso una cruz de madera. Me quedó un instante ahí mirando para donde seguir. No veía camino a simple vista y menos que me condujera a la cruz de arriba. En ese momento fue cuando vi a estos tres tipos que me había cruzado antes y que no me habían gustado nada. En ese momento pensé lo peor. No me equivoqué. No hice notarlo pero eso no importó.

No quería mirar ni ver que iba a pasar pero eso no coincidió con lo que pasó. Lo primero que hice fue preguntar cuál era el camino a la cruz. De todos modos eso no desencadenó lo que pasó después. Igual iba a pasar. Estaba acorralada y los malditos aprovecharon la situación y el momento. Estaba en el lugar equivocado en el momento no indicado.

De repente, uno de ellos se me acercó y me agarró por atrás y me sujetó los brazos. empecé a gritar, en vano, seguía gritando y fue en vano. Otro me tiró del bolso. Yo forcejee y otro desgraciado me pega en el labio y en el hombro. Me arrastraron porque no soltaba el bolso. Se rompió una tira y yo veía como mis documentos, tarjetas, cámara y teléfono fueron robados, quitados de una manera brutal, abrupta, violenta y horrible.

En el momento sólo atiné a no ceder, agarrar fuerte mientras  tres vagabundos malparidos me sujetaban, golpeaban y me robaban. De nada sirvió. Los tipos escaparon como cobardes indignos y yo me quedé anonadada, gritando, despeinada, con el corpiño y el pantalón roto, con una herida en la rodilla y otra en el tobillo, sin saber que hacer.

Lo primero que hice fue caminar y correr, tratar de ver si habían tirado algo. Vi el pasaporte y unos papeles. Nada más. Estaba indignada, no creía ni podía entender lo que me había pasado. Siempre me dijeron " es peligroso ese camino, está solo" y nunca había tenido problemas. Anduve por lugares supuestamente más peligrosos y nada. Ese día un matrimonio del lugar me dijo lo mismo, dos veces, y pensé que sería una de las tantas advertencias que me habían hecho en otros lugares  pero no.

Bajé corriendo y llegué a una familia donde pregunté por la policía. El hombre llamó y al rato estaba en el lugar. La mujer me dio ropa y me cambié.Fui a hacer la denuncia, estuve más de una hora para eso y después me llevaron  al lugar donde me habían robado. Le dije al policía que estaba cansada, que para qué íbamos a ir, en qué me beneficiaba a mí y dijo que era por "turistear", que él no conocía el lugar. En ese momento quise matarlo.

Subí sin ganas. Eramos cuatro. Tres mujeres y un policía. Su plan era de más de diversión que de trabajo. Le dijo a una de las mujeres que le diera un pico. Fue ahí también cuando no entendí nada de nada y pensé que era todo una mierda. En ese momento le dije que era poco serio, que no estaba haciendo su trabajo y que yo no estaba de joda. Siguió y cuando llegó arriba se sacó fotos, mientras su compañera debatía entre contestar o no mensajes a su jefa.

Al volver estuve otro rato en la comisaría. Dimos una vuelta para ver si encontrábamos a los tipos pero nada. Vi uno que me resultaba conocido pero no estaba segura. Llegamos a la comisaría y otra vez lo mismo: ver unas mil fotos de maleantes y esperar a la nada misma.

Mi pierna no estaba del todo bien y el pantalón roto. La camiseta estaba sucia. Mis pelos como si hubiera estado en un ventarrón y mi ánimo por el suelo. No podía creer lo que me estaba pasando. Uno de los peores momentos, o el peor,  del viaje.

Volví al otro día porque el detective, quien fue por tercera vez el que me preguntó sobre el robo, me dijo que al día siguiente iríamos a dar una vuelta y ver si se encontraba algo y cuando me vió me dijo que espere, esperé un rato y después me mandó al médico legal,y que después se iba a ocupar de mi caso. Cuando volví el tipo ya se había ido.

Así es la ley en este país donde manda el más ignorante y los más cultos pasan desapercibidos. País que, al igual que el resto de Centroamérica, reina la corrupción y se ve reflejada en todos los ámbitos. La policía es un ejemplo claro.