Nunca dejo de sorprenderme. Nunca. A veces para bien, otras no tanto. En esta oportunidad, al principio, estaba casi como indignada, pero después pensé que todo es relativo, como decía Einstein, y que quizás algo de razón podría tener esa persona, aunque siempre estuve convencida de que lo que decía era la verdad. Querer tener la razón cuando se está segura de que es así es un sentimiento muy poderoso.
La discusión era con una persona que me hospedó, y giraba en torno a una cuestión semiológica. Estaba tomando mate, esta persona ( de Medellín), tenía la yerba, el mate y la bombilla, lo había traído de Argentina y yo apenas lo vi me apoderé indudablemente de él.
-¡Ahh...y tenés yerba!!, dije un tanto sorprendida y asombrada al mismo tiempo.
Le quedaba la mitad del paquete y el polvo y la tierra delataban el tiempo que hacía que no se usaba. Estaba abandonada sobre un estante, casi escondida. Pero la ví. Y la tomé.
-Me la trajo mi hermano de Argentina hace como dos años.... dijo el tipo.
Sospeché que no estaría muy bien pero al final no fue así.
- Yo no tomo porque es muy amargo, dijo.
-Bueno... es amargo si no le ponés azúcar, claro, sostuve.
¿Será amargo??? |
-No, no, igual es amargo, alegó.
Mi cara no creo que haya disimulada la ridícula conversación que estábamos iniciando pero que sería fuente de conocimiento de otros conceptos. Después se originó una discusión. Yo decía que el antónimo de dulce es amargo y el tipo decía que era salado.Consultamos el diccionario y tuve razón.
¡Esto es dulce! |
Con esto aprendí que existen dos sabores más: uno llamado "umami" ( es el sabor del tomate, aceite de pescado, entre otros ) y otro denominado "grasa" ( como la palabra indica, huele a graso).
La experiencia con esta persona no fue del todo buena porque después me fui de su casa. Pensaba quedarme un día más pero noté su poca, o más bien, escasa flexibilidad y adaptabilidad para con la gente.
Percibí eso cuando a la noche, alrededor de las 3 am, quería y dormir y no podía. Entonces fue cuando le dije, amablemente, si podía bajar un poco la música porque quería dormir ( creo que es normal a esa hora) y no podía. El tipo refunfuñó y me dijo que no iba a bajar la música.
Agarró unos auriculares y con cara de limón me dijo: " No voy a bajar la música, ponte estos auriculares. Usted tiene problemas. Mañana hablamos".
Me quedé estupefacta. No sabía como reaccionar y no dije nada porque si decía algo era para hacer lío y grande. Me fui a la cama, me puse mis auriculares pequeños y traté de dormir. No pude. Me levanté. Leí y al final me dormí. Al otro día tenía ganas de decirle todo lo que pensaba de frente pero el tipo, como era obvio, dormía. Quise entrar a la cocina a calentarme agua para el mate y estaba cerrada con llave. Más me acordé de su madre. No podía creer la clase de mala persona con la que me había encontrado.
Trastornado es la respuesta. |
Terminé dejando una mala referencia, por supuesto, siendo objetiva, sobre lo que había pasado y el tipo me terminó mandando al siquiatra. Espero no cruzarlo nunca más.
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