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Perro que ladra SI muerde
Como todo excepción a la regla, siempre hay algo que nos despista y nos saca del "orden" natural o de las estructuras dadas. Muy conocido es el refrán "perro que ladra no muerde", pero esta vez me pasó lo contrario, un perro me mordió y estaba ladrando.
Sucedió en Tena, selva ecuatoriana, eran las ocho de la noche de un sábado, aunque no recuerdo la fecha exacta, y estaba con otra gente alrededor de un fogón, con guitarras, café y la luz apagada. Salí un instante a buscar ramitas porque el fuego se iba y de repente los cuatro perros empiezan a ladrar. Sin darle importancia seguí con mi tarea de recolectar ramas para avivar el fuego y de repente siento que uno me ataca la pierna y me muerde. Reaccioné diez segundos después porque realmente no lo podía creer que me estuviera pasando eso. Entonces empecé a gritar y ver cómo había sido. La pierna sangraba y mucho.
Al día siguiente fui al médico, quien me dijo varias veces que me asegurara de que los perros estuvieran vacunados contra la rabia, y así, según la dueña, era. Me curó y me dijo que consultara que pasaba con el perro, si se moría era que tenía rabia. Nunca más consulté ni supe nada del perro.
Lo que más bronca me dió de todo es que les había dado de comer, los acariciaba, jugaba con ellos y uno me traicionó. Pensé miles de cosas en ese momento, hasta que no había sido un perro sino un reptil pero por la mordedura, según me dijeron, era un animal de cuatro patas y ahí había cuatro perros. Finalmente no supe cual de todos fue pero me quedé mal, claro, no sólo por lo que había pasado, sino indignada porque nunca me había mordido un perro y menos aún uno al que acariciaba.
Con esto aprendí, o creo, a tener un poco más de desconfianza con los animales, aunque una nunca deja de tropezarse con la misma piedra. Pero ahora cuando veo un perro lo veo con respeto. Antes de tocarlo tanteo para ver que tal es o si es un probable mordedor.
También me dí cuenta que siempre hay excepciones a la regla. Y esa vez me tocó a mí.
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