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Tomando la decisión


Si bien este blog no tiene un orden cronológico, porque no me gustan las estructuras y eso lo pueden constatar, si voy a comentar cuándo empezó y nació el viaje por Sudamérica.

 Un 28 de julio de 2014 y después de varios años de pensar, dudar y resolver situaciones personales, profesionales y familiares, decidí salir de la estación de la terminal de Pehuajó rumbo a Retiro.
Al otro día emprendí el viaje hacia el norte, más precisamente a La Quiaca y de ahí ya para los países limítrofes.

 Pero los viajes no siempre sale como una los planea, en el camino van surgiendo cosas, como por ejemplo que se rompa el micro, como me pasó llegando a Salta, a unos 100 kilómetros, donde el bus se detuvo una hora o más.

A partir de allí fue esperar y hacer cambio de buses. En el medio del viaje me encontré con gente boliviana que tenía que cruzar por la frontera. Habíamos consensuado de viajar juntos, eran dos hermanos que iban al entierro del padre, y así fue hasta cuando llegamos a Jujuy. Ahí tomamos una combi a La Quiaca, ( porque le dije al hombre que busque otros precios después de consultar un taxi)i y al final fue más barato que lo que ellos iban a hacer.

Una vez llegados a La Quiaca desaparecieron como por arte de magia. Pensaron  que   me iba a ir con ellos o no se que pero ni siquiera saludaron.

Cuando llegué eran casi las siete de la tarde y tenía frío, estaba cansada y con sueño. Decidí pasar la noche en La Quiaca y salir al día siguiente temprano. Me fui al mismo lugar donde había  estado el
año pasado con un amigo, o ex amigo, y  esta vez el dueño  del hostel ( que es muy precario) me quería cobrar el doble ( 100 pesos). Le dije que había estado el año pasado y me había cobrado 50 y al final me cobró eso.

Me acosté a dormir y se me congeló casi todo. Terrible el frío que hacía en ese lugar, ya lo había vivido hacía un año también,  por buscar precios económicos termino pagando más o con salud o con algún malestar.

Al otro día salí para la frontera, cuando de Argentina ya noté que era otro país. La gente, la vestimenta, la comida, la forma en que te miran, los olores y colores me mostraron que estaba en Bolivia.

La gente no es demasiado abierta, no te habla mucho, te mira como con desconfianza y hacen mucho hincapié en el dinero.


Esto me encontré en la frontera, en La Quiaca


Una vez en Villazón en la terminal y después de dar vueltas y buscar descuentos, me encontré con otro argentino que también estaba viajando del mismo modo que yo. Le comenté que tenía mate y se unió. El viaje se hizo larguísimo, sobre todo  por el estado del bus y de la carretera. En el transcurso del camino se me rompió el mate, de plástico, y el termo, que no se cómo pero cuando C ( el argentino que venía conmigo) lo abrió para cebar se había roto por dentro.

De ahí en más seguí hasta La Paz, me iba a bajar en Potosí (que supuestamente me iba a encontrar con gente para hacer un voluntariado, que nunca se hizo) pero como no respondieron, y mejor que haya sido así porque no estaban como me habían dicho, seguí hasta la capital boliviana.

La llegada fue dura. Eran las 5 de la mañana y mucho frío, 3 o 4 grados. Decidimos esperar hasta que aclare y mientras tomar mate. A las 6 ya estaba de día y de ahí fuimos a buscar hosteles. Eran todos algo caros y lejos, hasta que encontramos uno que en proporción no estaba mal.Allá estuvimos dos noches y después nos fuimos.

Copacabana era la próxima estación que se desarollará en otra entrada.






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