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Guarda, que es peligroso...



Como tantas otras veces me han dicho, en esta oportunidad tampoco faltó la advertencia sobre el cuidado que tengo que tener al andar sola y ni hablar al hacer dedo, también sola.

En esta oportunidad, en Colombia. ¿ Y por qué hago dedo? Por varias razones. En principio, y creo que lo más importante, porque el pasaje en este país es caro, muy caro. Uno de los más caros que me ha tocado ver, y pagar, hasta ahora.

En segundo lugar, porque me gusta contactar y hablar con la gente del lugar,realizarles entrevistas o saber acerca de su historia, aunque ya estoy cansada también de que me hagan la típica y tortuosa pregunta: "¿ Y cómo así solita, no tiene miedo?" y a esa inmediatamente le sigue otra: "¿Y no tiene marido o hijos"? Bueno, las respuestas, obviamente, siempre son las mismas: "No tengo miedo, ¿cuál es el problema de viajar sola? y no tengo marido ni hijos, sino no estaría acá, ¿no?.

Ante estas respuestas,  una parte de la gente se queda en silencio. No sé si es porque no saben qué decir o quedan anonadados. La otra parte  dice: " Que valiente".

Sin ir más lejos, el domingo salí de la casa del couch ( gente que hospeda gratis) de Manizales a las 9 de la mañana, luego de una resaca, que en otro post contaré, y estaba en la rotonda o glorieta, como le llaman acá, 15 minutos después. Esperé un rato, alrededor de 20 minutos, y un tipo me levantó. Por lo que después hablamos creo que tendría 42 años. Llevaba anteojos de sol y se hacía el "cordial", por decirlo de una manera suave, aunque realmente era un baboso.

" Me encanta el acento argentino", fue lo primero que respondió después de preguntarme de donde era. "Me gusta como hablás", siguió. Ya a esa altura me estaba molestando un poco sus palabras, pero más me  molestaba el dolor de cabeza y mareo que tenía como consecuencia del camino de curvas y la altura, y también, claro, de la resaca.  El viaje siguió un par de horas más hasta Honda, un pueblo donde el tipo me dejó porque se iba para su casa.

Después de estar unos minutos  sin que nadie parara, me voy  donde estaban unas chicas que hacían encuestas a la gente. Les comento que estoy haciendo dedo y me dicen que iban a ayudar.

Al ratito aparecen dos tipos, uno más grande, de unos 50 años, y otro de unos 24. El mayor, aunque medio embriagado, me dice que me lleva.  Es en ese momento donde pongo en juego la intuición, la confianza y la decisión. La confianza, aunque no se si está bien, siempre gana y fue así que a los diez minutos estaba sentada comiendo junto a cuatro desconocidos que lo único que hacían eran bromas sobre Argentina y Messi.

Terminamos de comer, me pagaron el almuerzo, y salimos. Yo iba sentada en el asiento de atrás de un camión, que pertenecía a  una empresa de sonidos, con doble cabina, junto a dos más. El que estaba medio borracho, y me torturó todo el camino con malos chistes, el humo del cigarrillo y bromas poco agradables, y el otro más joven.  En la parte de adelante iba el conductor y otro, que me miraba raro y no me gustaba, que no servía como copiloto porque durmió todo el viaje.

Después de ahí siguió un atasco horrible donde estuvimos varados más de una hora. La cuestión fue que había volcado un camión con pollos y eso hizo que el tráfico se detuviera por un laaargo tiempo.

Colmada mi paciencia, me decido a no quejarme más porque el cincuentón ya me estaba molestando también porque rezongaba. Entonces para no pelear no me quejé...por un rato.

Después de varias horas, llegamos  Bogotá, alrededor de las 20 hs. Tráfico, caos, caos y más caos fue lo primero que noté de la capital colombiana. Luego de que me intentaron dejar en una avenida gigante al azar, se les remordió la conciencia y me llevaron más cerca. Uno de ellos preguntó a un taxista por el valor del viaje hasta el lugar donde iba y le dije que pareció caro. El tipo me quería dar 5000 pesos pero no acepté.

Les dije que me iba en colectivo y asi fué. Ellos ya se habían ido. Me tomé un colectivo, y ya para todo esto estaba super cansada, con sueño, hambre y renegando. El bus me dejó a unas 7 cuadras de la casa donde iba. En medio del camino me encuentro una pelea callejera donde intervino la policía. Al cabo de unos minutos prosigo mi paso y llego a destino.









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