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Lo que aprendí del viaje en estos meses


Creo que nunca se deja de aprender, pero menos aún cuando estás viajando.  Éstos últimos días no he tenido tanto tiempo de escribir porque he estado de un lugar a otro sin parar. También me he preguntado si eso es bueno o malo y no encontré respuesta. Me he estado haciendo muchas otras preguntas las cuales aún siguen sin respuesta.

Pero con este viaje aprendí también algunas cosas. La primera es a abrir la mente. Puedo hablar con cualquier persona de cualquier sexo, edad, religión, orientación sexual, casta social o lo que sea sobre lo que sea. No significa que antes no lo hiciera, sino que era de otra manera.



También aprendí a tolerar o tener un poquito más de paciencia ( aunque no siempre es fácil) en lugar de responder enseguida o alterarme, trato de pensar un poco y resolver la situación de la mejor manera posible.

Ver las cosas de otra manera es algo que descubrí no hace tanto tiempo. Antes las veía a mi manera y de ahí no salía. Ahora trato de contemplar otras posibilidades y ver cual es la que más me sirve. A veces, simplemente, se trata de tomar riesgos.

Nunca me había pasado antes en este viaje pero ayer u hoy, no bien porque no lo controlé, me robaron plata, no tanto pero lo suficiente como para vivir algunos días. En este caso es difícil considerar todo lo que se aprendió o calmarse porque no sabés quien fué, por qué, cuando ni por qué lo hizo y, peor aún, violaron mi intimidad.



También aprendí que las personas van y vienen; las que realmente valen se quedan, permanecen, luchan, las que no salen de nuestras vidas y es bueno que así sea.

Que nada es eterno. Todo es temporal, como la vida misma. Que aferrarse a algo o a alguien no tiene sentido. Que luchar, a veces, tampoco. Que sólo las cosas y las personas buenas fluyen por si mismas y permanecen.

Que enojarse, resistirse, tratar de cambiar algo cuando no hay voluntad no sirve absolutamente de nada. Que es mejor aceptar y ser lo que uno es.

Que lo más importante de este mundo somos nosotros mismos y es con lo único que vamos a lidiar, que podemos confiar el resto de nuestra vida.

Que siempre es mejor arriesgar, probar, experimentar aunque después salga mejor importa. Lo que vale la pena es la experiencia, el haberlo vivido. Es preferible decir que salió mal antes que arrepentirse por no haber probado.

Que no hay planes específicos, exclusivos o estrictos. Todo puede cambiar y ser flexible es importante para adaptarse a una situación antes impensada.

Que las apariencias engañan; que no todo lo que brilla es oro ni todo es color de rosa.

Que no hay que esperar nada de nadie; que es mejor asombrarse bien o llevarse una buena sorpresa antes que decepcionarse.

Que las situaciones incómodas no sólo suceden en nuestra mente.





2 comentarios:

  1. Gracias por escribir y compartir estas historias y pensamientos.
    Un placer leerte.
    Mucha suerte desde Madrid ;)

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  2. Gracias por leer el blog y seguir. Me da gusto que puedan hacerlo. Un saludo para vos tambien.

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